
Fotografía: Enrique Abal Oliú
Crear mundos
La exhibición “Habaeva” de Verónica Artagaveytia, se desarrolla como proyecto de intervención, concebido como un conjunto de esculturas específicamente creadas para el Museo Nacional de Artes Visuales. A través de la manipulación de variados metales, la artista logra de forma contundente plasmar su búsqueda de la espiral como forma primigenias en obras de grandes dimensiones. Partiendo del concepto fundacional sobre la mujer y su esencia, su obra se despliega en la experimentación de distintos lenguajes. La escultura está presente desde el inicio de su trabajo en los fermentales años ochenta, al renacer el país a la vida democrática recibe el Premio Revelación Salón de Escultura José Belloni y participa de “Arte en la Lona”, en el Palermo Boxing Club (Montevideo). Reside en Buenos Aires durante diez años en el tiempo de ebullición de las performances de las que Artagaveytia también forma parte en Recoleta y en boliches del under porteño cómo: “Cemento”, “El Parakultural” y “Mediomundo Variété”. En ese mundo entre performances y esculturas, la artista va convirtiendo su plataforma de acción en una búsqueda versátil y multifacética. Como varios creadores su obra no se limita a un único lenguaje, logró diseños a nivel textil y otro singular proyecto que conceptualizó como: “antijoyas”. En esta nueva vuelta de espiral (una metáfora que en este caso se vuelve literal), se puede apreciar un delicado equilibrio entre las entrañas de la naturaleza y los principios fundamentales aportados por la ciencia. Recientemente Artagaveytia participa de la Residencia artística en el Instituto de Cultura de Zacatecas en México, donde profundiza su trabajo sobre los metales, su dinámica, emplazamientos y realización de sus esculturas. Es en ese largo recorrido donde se asientan las bases de la intervención que la artista lleva a cabo en el Museo Nacional de Artes Visuales, partiendo del maravilloso jardín que diseñó el paisajista Leandro Silva Delgado, buscando puntos centrales y de fuga para operar eficazmente sobre el espacio, con un conjunto de figuras abstractas. Estas “damas” que nacen de las entrañas de la espiral se extienden al interior del museo en diferentes sectores de la planta baja. A su vez la intervención se completa en los grandes cristales del museo, con los dibujos correspondientes a “mujer ave” y “mujer de un solo trazo”, en donde se materializa una creación temperamental y definida en sus líneas. Siguiendo estás obras el espectador hallará una serie de esculturas de pequeño formato, que funcionan como figuras casi totémicas pero que a su vez confirman el desborde corporal de su esencia femenina. Las características del metal trabajado permiten destacar los efectos de asimilación y refracción de la luz. Algunas de ellas, por el tipo de pulido y perspectiva del emplazamiento, se convierten en espejos o nodos de un rizoma abierto y vivo. De esta forma el Museo se ve intervenido por la esencia de la naturaleza que lo rodea, el paisaje natural y edilicio se ve poblado por estas creaciones que Verónica Artagaveytia convoca a través de sus propias palabras: “damaluna, damadaga, damatumi, habaeva, damapluma, paleolítica. ¿maja o señorita? Las nombro porque es una forma de entender el origen y crear mundos”.
Jacqueline Lacasa
Curadora
La forma femenina y el espiral como respuesta
Entrevista a Verónica Artagaveytia en TVSHOW click aqui
En la década de 1970, con veintipocos años, Verónica Artagaveytia se fue a Buenos Aires buscando un cambio de vida y terminó inmersa en un taller, modelando arcilla y trabajando con cemento, descubriéndose y definiéndose como escultora, y consiguiendo premios en salones porteños. Estaba orgullosa, dice, y con ese orgullo se fue a Europa y Oriente, donde le cambiaría el pensamiento.
Cuando volvió a Argentina el cemento ya no la llenaba y, hacia fines de la dictadura, empezó a crear esculturas a partir de basura que recolectaba de la calle. Ya no hubo premios de salones y entonces Artagaveytia se dejó llevar por el under, se convirtió en performer y se topó con el también uruguayo Alcides Martínez Portillo —que elevó su propuesta, y al que ahora ella quiere rescatar del olvido con un proyecto sustentado por los Fondos Concursables—, para terminar en el circuito de boliches en el que sobresalía el famoso Parakultural.
“Con Alcides fuimos a la Bienal de San Pablo y los que fueron se acuerdan perfecto de la uruguaya loca”, cuenta Artagaveytia, quien se reconoce a sí misma como “una artista ridícula que va encontrando, chocando y haciendo nuevas cosas”. “Creando me creo. El arte me da alivio, lo demás me da un poco de trabajo”, dice… seguir leyendo